Historia
La Orden fue fundada en el 15 de agosto de 1233 en la ciudad de Florencia, por los, así llamados, siete santos fundadores, quienes pertenecían a una especie de cofradía dedicada a la veneración de la Virgen María. Inicialmente eran un grupo de amigos, que decidieron optar por vivir el Evangelio, ante la situación de caos y enemistad que por esas épocas se vivía en Florencia. Los cofrades tomaron el nombre de Siervos de María, porque el día de su fundación se celebraba en la Iglesia católica la Asunción de la Virgen. Poco tiempo después, el 13 de marzo de 1249, recibieron la aprobación del papa Inocencio IV. Los frailes adoptaron un hábito negro y la Regla de san Agustín.
Se dice que los siete santos fundadores son un caso único en la Iglesia católica, pues son el único ejemplo de una orden religiosa fundada por siete personas y no por uno o dos fundadores. Los nombres de todos no se conocen con certeza, pero la tradición les ha llamado así: Buenhijo Monaldi, Bonayunta Manetti, Maneto dell’Antella, Amadio de los Amidei, Sosteño, Hugo, y Alejo Falconieri. El papa León XIII canonizó a los siete el 15 de enero de 1888. El más conocido de los siete fue Alejo Falconieri, quien vivió lo suficiente para ver expandida la Orden.
El carisma de los frailes siervos de María
Dimensión mariana: La dedicación total a la bienaventurada Virgen, “especial refugio, madre singular y propia Señora” de los Sierv os es otro de los elementos esenciales de la vida de la Orden de los Siervos de Santa María. Esta dedicación tiene sus raíces en el hecho mismo realizado por nuestros primeros Padres fundadores al inicio de su camino espiritual: ellos “temiendo su imperfección, pensaron rectamente ponerse humildemente ellos mis mos y sus corazones, con toda devoción, a los pies de la Reina del cielo, la gloriosísima Virgen María, para que ella, como mediadora y abogada, los reconciliara y los recomendara a su Hijo, y supliendo con su caridad plena a su imperfección, intercediera para ellos la fecundidad de méritos. Por eso poniéndose con honor de Dios al servicio de la Virgen Madre suya, quisieron desde entonces ser llamados “Siervos de santa María”. Los Siervos tuvieron clara conciencia de que en el origen de la Orden estaba la figura materna y misericordiosa de Santa María.
En esos momentos la conciencia de ser la “religio Dominae nostrae” constituyó para la Orden un motivo de esperanza y una fuerza especial para la renovación de su compromiso evangélico. Según la secular tradición de la Orden, algunos aspectos son puestos en relieve:
– La Encarnación del Verbo, acontecimiento en el cual los Siervos contemplan llenos de veneración la Santísima Virgen de la Anunciación, la mujer del “fiat”, humilde y llena de fe: y de ella aprenden “a acoger la Palabra de Dios y a estar atentos a las indicaciones del Espíritu.
– La asociación de la Madre a la pasión salvadora del Hijo, que determina la particular piedad de los Siervos hacia la Virgen de los Dolores.
– La maternal intercesión de la Virgen, Reina y Madre de Misericordia, a la cual los Siervos confiados se abandonan y a la cual misericordia se proponen prolongar en su vida.
– Su glorificación al cielo junto al Hijo, por el cual ella resplandece como la Gloriosa Señora, a la cual los Siervos ofrecen su devoto servicio y bajo el cual patrocinio se refugian.
Servicio: es un elemento esencial del carisma de la Orden. Este espíritu de Servicio tiene sus profundas raíces en las Sagradas Escrituras. En su ideal de servicio, los Siervos de María se inspiran antes que nada al ejemplo de Cristo, que se encarna en la figura del “Siervo del Señor” que vino “ para servir y dar la propia vida en rescate de todos” y está en medio de sus discípulos “como aquel que sirve”. Después en la humilde actitud de la bienaventurada Virgen que, llamada por Dios a a colabora en el proyecto salvador de la encarnación del Verbo, se declaró: “Sierva del Señor”.
Para los Siervos el “ámbito del servicio es muy amplio: Dios, la Virgen, la Iglesia, el hombre, los frailes de la propia comunidad. El Servicio es la participación a las aspiraciones e inquietudes del hombre, la promoción de genuinas formas de vida cristiana; – servicio como la hospitalidad y acoger a los hermanos, especialmente los más humildes, la asistencia a los ancianos, a los enfermos, y a las personas necesitadas; – servicio son también las múltiples formas de compromiso apostólico, en particular el misionero; – servicio finalmente es: el estudio, el ejercicio de la autoridad, el compromiso de tener con todas las criaturas “solo relaciones de paz, de misericordia, de justicia y amor constructivo.”
Fraternidad: En el texto de las Constituciones de los Siervos es clara la importancia de la comunión fraterna para la vida. La oración de Jesús al Padre para sus discípulos fueran una sola cosa como Él y el Padre son una sola cosa , el testimonio de la primitiva comunidad cristiana en el cual “la multitud de los que habían venido a la fe, tenían un solo corazón y una alma sola”, el precepto desan Agustín que los frailes vivan “unánimes en la casa” y tengan “todo en común” entre ellos y finalmente el ejemplo de los Siete Santos Fundadores transmitido por el documento antiguo “Legenda de origine» hacen que la comunión fraterna sea elemento esencial de la vida de los Siervos de María.
La comunión fraterna “caracteriza el modo de testimoniar el Evangelio; es el ámbito en el cual realizamos nuestro testimonio de pobreza evangélica y en el cual vivimos nuestro compromiso de obediencia a la Palabra de Dios y a las decisiones comunitarias».
Misericordia: La conversión. En la Iconografía de los Siervos, a menudo se encuentra la imagen de la Madre de la Misericordia que acoge a sus siervos y los protege de todo mal físico y espiritual, implorando gracias y misericordia de su Hijo.
Para los Siervos de cada tiempo el dejar todo y las opciones realizadas por los Siete Santos Fundadores cuando se reunieron para seguir a Cristo y su Evangelio, constituyen un ejemplo convincente de la “Conversio Morum”. La Conversio morum exige en efecto, un estilo de vida austero, sobrio, penitente María en el misterio de la Redención: la Virgen Dolorosa. Para los Siervos de Santa María la devoción a la Virgen de los dolores se vincula al simbolismo del hábito negro, en el cual los hagiógrafos del siglo XIV reconocían un signo de la humildad de la Virgen y las penas sufridas en la pasión de su Hijo. El hábito de los Siervos en relación con el misterio del dolor de nuestra Señora: “hábito de la viudez” de la Virgen, lo llama san Felipe; hábito que significa “el dolor que ella sufrió en la dolorosísima pasión del Hijo suyo”, precisa el autor de la «Legenda de origine Ordinis«.
El culto particular hacia la Virgen de los Dolores se expresa con devociones como la Corona de la Dolorosa, el Via Matris, y con una Misa votiva de los Siete Dolores que fue concedida para los frailes de la Orden el 9 de junio de 1668. En los siglos XVII-XIX encontramos un hecho importante en el desarrollo de la devoción dentro de la Orden: el 9 de agosto de 1692 la Virgen de los Dolores fue declarada titular y patrona de la Orden. En las Constituciones (normas) de la Orden se encuentra un epílogo que sintetiza la figura de la Madre de Dios en el misterio de la Redención y sus Siervos: “En este compromiso de servicio, la figura de María a los pies de la Cruz sea nuestra imagen conductora. Ya que el Hijo del hombre todavía está crucificado en sus hermanos, nosotros, Siervos de la Madre, queremos estar como Ella a los pies de las infinitas cruces, para llevar consuelo y cooperación redentora”.
Servitas en España
No se sabe con certeza la fecha exacta de la llegada de los primeros Siervos de María a la Península Ibérica, pero se puede probar que el primer convento de los Siervos ha sido el de san Miguel en Cuevas de Cañart (Teruel) fundado en el año 1497. En el 1576 los Siervos de María están ya en Barcelona en santa Madrona para pasar luego en el 1618 al convento del Buen Suceso en el centro de la ciudad. En el año 1592 será fundado el convento de Belloch. Este convento, después del tratado de los Pirineos y consiguiente cambio en los limites territoriales, pasará bajo la jurisdicción de la provincia narbonense de los Siervos.
Así hacia el final del siglo XVI encontramos en España tres conventos de frailes y dos de monjas contemplativas: Sagunto (1489) y Valencia (1566). Fue en el 1600 cuando se produjo la más grande y definitiva expansión de la Orden en España, aunque limitada a los Reinos de Aragón (Cuevas de Cañart 1497 y Bolea 1658), de Valencia (Quart de les Valls 1612 y Montán 1612) y el principado de Cataluña (Barcelona 1618, Sant Boi 1609, Vilarodona 1607, Ampurias 1606, Marsá-Falset 1611-1623, y Bañolas 1638).
El máximo de los conventos de la provincia española en el 1600 fue de 12. Desde entonces hasta la supresión de Mendizabal del 1835 la provincia siempre estuvo compuesta de diez conventos.
Por lo que respecta al número de los frailes se sabe de la relación que el provincial hace al padre General sobre la situación de la provincia en el año 1768: había entonces 334 frailes, una de las más numerosas de la Orden.
Cuando en el 1835 tuvo lugar la supresión de las órdenes religiosas en nuestra provincia había 315 frailes. Después de la supresión muchos religiosos de nuestra provincia fueron acogidos por diversas provincias italianas, sobre todo en la provincia romana. Otros intentaron establecerse en tierra de misión: fr. Bernardo Rabascall e Fr. José Viñes llegaron hasta Mindanao y después a Calcuta, así como el P. Fr. Antonio Foguet que llegó a Arabia. Pero todos estos intentos no tuvieron éxito debido a la falta de personal.
Después de algún intento de volver a España durante el generalato del P. Stagni, será finalmente en el año 1943 cuando la Provincia Piamontesa, acogiendo la solicitud del P. General Alfonso Benetti, de restablecer de nuevo la presencia de los Siervos de María en España, aceptó hacerse cargo de esta fundación. Así el 11 de Marzo del mismo año llegaban a Madrid el P. General, el P. Anselmo Peaquin y el P. Carlo Zanetta de la Provincia Piamontesa y el P. Ildefonso Bartolini de la Provincia Romana. El Cardenal de Toledo Mons. Enrique Pla y Daniel confía a la Orden la parroquia de Puente del Arzobispo y otras dos vecinas a dicha población.
Un año después en el agosto del 1944, lo Siervos de María llegan a Quart de les Valls, a 35 Km de Valencia, encargándose del servicio a la parroquia. Así de este modo después de 109 años los Siervos volvían a un antiguo convento de la Orden. La Iglesia conventual fue quemada en el 1936 y el convento ocupado en parte por el municipio, parte por la escuela y parte por la canónica. En el 1950 dejaron este convento por una nueva fundación en la ciudad de Valencia. Hoy los Siervos de María se encuentran en Madrid, Denia, Plasencia, Valencia y Matola (en Mozambique).
Fuente: wikipedia , www.ordensiervosdemaria.es y www.servidimaria.net
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