Memoria viva de la visita de un Papa santo


(Carta pastoral con motivo del XXV Aniversario de la Visita Apostólica de San Juan Pablo II a la Diócesis de Huelva)

Queridos hermanos y hermanas:

Hace veinticinco años San Juan Pablo II visitó la Diócesis de Huelva. El Papa celebró la Eucaristía en la ciudad y visitó los lugares colombinos de Moguer, Palos de la Frontera y La Rábida, donde coronó a la Virgen de los Milagros. Culminó su visita en El Rocío, donde tuvo un encuentro con las hermandades rocieras y devotos de la Virgen. Todo ello, constituye, sin duda, uno de los hitos históricos de nuestra Iglesia particular.

El 14 de junio de 1993 ya ha quedado marcado con letras de oro en  la historia de Huelva. Ahora, pasados estos veinticinco años, es el momento del recuerdo agradecido y de la memoria de sus enseñanzas en aquel día inolvidable para nuestra diócesis, porque su mensaje sigue tan vivo como entonces. Esta carta quiere resaltar la importancia que tuvo aquella Visita Apostólica, por cuanto el Sucesor de Pedro en aquel momento confirmó en la fe a esta joven Iglesia diocesana y le mostró unas pautas que sirvieron en su día para programar el trabajo pastoral y su implantación en adelante. El recuerdo de aquellas palabras se nos ofrece como un eco lleno de actualidad y estímulo para nuestra Iglesia de hoy:

1. Huelva, sé tú misma. Identidad y misión.

En la importante homilía de la celebración eucarística en la Avenida de Andalucía, -en la que tuve la dicha de participar junto a vuestros pastores de entonces, D. Rafael y D. Ignacio-, el Papa hizo un llamamiento al mantenimiento de la identidad cristiana de Huelva y a ser coherentes con ella. Con mucha actualidad resuenan sus palabras: “El alejamiento de Dios, el eclipse de los valores morales ha favorecido también el deterioro de la vida familiar…” (Homilía en Huelva, 6). Así como aquellas otras en la que decía a la comunidad cristiana de Huelva: “Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces” (Ibídem, 7).

Nuestra sociedad sigue sufriendo la misma preocupación descrita por San Juan Pablo II, quien nos llamaba a la coherencia de vida frente a los signos de descristianización que no pueden llevarnos “a una resignación conformista o a un desaliento paralizador” (Ibídem, 8), sino a una nueva evangelización necesitada de un laicado adulto y responsable.

En este sentido, conocéis los esfuerzos pastorales que se han venido haciendo en la diócesis. Los sucesivos pastores no nos hemos cansado de hacer una constante llamada a la formación y a la profundización en los fundamentos de nuestra fe para poder dar razón de nuestra esperanza. No hay, pues, motivo para el desánimo, como decía el Papa santo: “por muchas que sean las sombras que oscurecen el panorama, son más los motivos de esperanza”, citando las raíces cristianas de Huelva, la fe en Jesucristo y la devoción mariana de nuestro pueblo (Cfr. Ibídem, 7).

2. La aportación de Huelva a la evangelización de América y nuestros retos.

El motivo final de la Visita de San Juan Pablo II a nuestra diócesis vino marcado por la celebración del V Centenario de la Evangelización de América, gesta que convirtió “en realidad geográfica y humana la vocación universal -católica- del cristianismo” (Ibídem, 2). Ese recuerdo del pasado, decía el Papa, ha de ser “estímulo y acicate para afrontar con decisión y coraje apostólico los desafíos del presente” (Ibídem, 3).

El Señor nos sigue llamando a evangelizar porque, como nos recuerda el Papa Francisco, “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” (Evangelii Gaudium, 1). ¿Cómo no darlo, pues, a conocer? Si los onubenses del siglo XV fueron capaces de cumplir una misión histórica, también los del siglo XXI han de tener esa audacia, conscientes además de que la evangelización, como decía San Juan Pablo, no se limita al anuncio de un mensaje, sino que pretende “alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra de Dios y con su designio de salvación” (Evangelii nuntinadi, 19).

3. La valoración de la piedad popular.

Según el Papa Francisco, la piedad popular es “verdadera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en permanente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal” (Evangelii Gaudium, 122). El Pueblo de Dios que camina en Huelva exultó de gozo con el Papa polaco ante las imágenes sagradas que identifican su piedad. San Juan Pablo II resaltó sus valores y avisó sobre los riesgos de su banalización: “desligar la manifestación de religiosidad popular de las raíces evangélicas de la fe, reduciéndola a mera expresión folklórica o costumbrista sería traicionar su verdadera esencia”. (Discurso en El Rocío, 3). Aún hoy tenemos que cuidarla, purificarla y convertirla en verdadera escuela de vida cristiana (Ibídem).

Después de mucho trabajo, vemos con humildad y gratitud cómo las instituciones que encauzan la piedad popular de nuestra tierra van creciendo en su eclesialidad, en la valoración de la liturgia, de la evangelización y de la caridad. Sigamos así y mantengamos estos esfuerzos para que nuestras hermandades y cofradías, como pide el Papa Francisco, sean más evangélicas, eclesiales y misioneras (Cfr. Homilía Jornada de las Cofradías y de la piedad popular, 5-V-2013).

4. La sensibilidad del Papa ante los problemas sociales.   

San Juan Pablo II vino también a animar la fe de nuestro pueblo, una fe que ha de ser traducida en obras. Por eso, nos dejó el legado de sus palabras sobre la situación social del momento, describiéndola y buscando en la exclusión de Dios una explicación a esta realidad. El Sucesor de Pedro decía que esta omisión “tiene gravísimas consecuencias” (Homilía en Huelva, 5), como “la ausencia de los valores morales”, que está en “la raíz de sistemas económicos que olvidan la dignidad de la persona y de la norma moral, poniendo el lucro como objetivo prioritario y único criterio inspirador de programas” (Ibídem), refiriéndose al paro laboral y a las consecuentes lacras de la marginación social.

En la actualidad, la exclusión de Dios ha llevado a la “sociedad del descarte” de la que habla el Papa Francisco. Nuestros jóvenes buscan un mejor futuro fuera de nuestras tierras, mientras que éstas son pisadas por inmigrantes que malviven en los asentamientos de nuestra provincia, entre otras situaciones de injusticia. Tenemos que seguir denunciando las causas de estas realidades, apelando a la responsabilidad compartida y a la creatividad de todos para erradicarlas y para evitar sus nefastas consecuencias, tal y como se viene realizando desde Cáritas Diocesana, junto a otras organizaciones.

5. Bajo la mirada de María.

La impronta mariana caracterizó la Visita Apostólica de San Juan Pablo II a nuestra diócesis. En todos los lugares visitados veneró las benditas imágenes de María a las que el pueblo invoca desde hace siglos.

Ante la nombrada como “Santa María, Estrella de la Evangelización, Madre de España y de América”, rezó y pidió renovar “la memoria, cinco veces centenaria, del anuncio de Cristo a los pueblos del Nuevo Mundo” (Oración a la Virgen de los Milagros en La Rábida, 4). También yo, como Obispo vuestro, presento a la Madre Inmaculada, Estrella de la Evangelización, los actos conmemorativos del XXV Aniversario de la Visita Apostólica de San Juan Pablo II a nuestra diócesis, que celebraremos con un triduo los días 13, 14 y 15 de junio, así como una solemne misa el 16 de junio, en la Parroquia de San Sebastián de Huelva, donde están su imagen y su reliquia, y donde se proclamó como Patrón de la Juventud de  la Diócesis.

Que al recordar sus palabras, nos estimule el ejemplo de su vida y que la intercesión de aquel Papa santo que nos confirmó en la fe y nos alentó a seguir a Jesús, el Hijo de María, nos ayude a avivar las raíces cristianas de Huelva, con coherencia de vida, con renovado ímpetu evangelizador y con verdadero espíritu de servicio a todos los hermanos, especialmente a los más desfavorecidos y vulnerables.

Con afecto os saludo y bendigo.

✠ José Vilaplana Blasco

Obispo de Huelva